A los autores de Tranki Pap@s nos preocupa prevenir los riesgos que tiene Internet, tanto para los menores que son víctima, como para aquellos menores que se convierten en autores de alguno de los delitos de la Red. Normalmente, tanto en un caso como en el otro, estos menores suelen estar poco vigilados por adultos responsables que les guíen adecuadamente en su navegación, nadie les ha explicado unas normas claras de uso de la Red y navegan por las autopistas de Internet y las Redes Sociales solos a pesar de su corta edad. En las charlas a padres en las que participamos lo decimos abiertamente: los padres de los menores "víctima" lo tienen muy claro que su hij@ ha sido víctima de algún abuso on line. Pero los padres del menor "posible agresor" no son tan rápidos en asimilar que se ha podido producir un delito y que su hij@ está implicado en el mismo. Generalmente prefieren negarlo, o resumir lo ocurrido en que no es para tanto, es una chiquillada, o caer en el error habitual de que es una broma.
A esos padres nos gustaría hacerles una reflexión: si algo te hace sufrir, ¿es una broma? ¿O más bien es un castigo? Pues en este matiz puede estar la diferencia entre una broma y un delito, entre usar adecuadamente las TIC o ser un "ciber abusón".
Para evitar que nuestros hij@s se conviertan en "ciber abusones" seria conveniente recordar los puntos que aparecen en el Decálogo para crear un delincuente de Emilio Calatayud, Juez de Menores de Granada, en su libro "Reflexiones de un Juez de Menores", DAURO Ediciones, 2007. Aunque los principios que pretende transmitir parecen cosas evidentes que todo padre deberia tener claro respecto a la educación de sus hijos, no siempre es lo más frecuente. Por nuestra experiencia con menores víctimas y menores autores de delitos, hemos observado que en algunos hogares hay una auténtica dejación en el hecho de establecer las bases morales del futuro adulto. Muchas veces no es algo intencionado, parece más bien que esos padres se dejan llevar por la corriente del "buenismo", de la educación sin normas que pongan límites al carácter y deseos de los menores, quizá por el pensamiento de que siendo un padre permisivo, soy mejor padre. No nos engañemos, todos los límites pueden traer efectos no deseados, tanto el ser demasiado estricto, como el dejar hacer a los menores lo que les de la gana. Tanto en el mundo real como en el virtual, debemos ayudar a nuestros hijos a encontrar ese equilibrio que los haga personas responsables y capaces de gestionar sus emociones. Como padres debemos saber decir que NO y establecer unas normas básicas sobre el uso de las TIC, como en cualquier otra faceta de su educación.
A esos padres nos gustaría hacerles una reflexión: si algo te hace sufrir, ¿es una broma? ¿O más bien es un castigo? Pues en este matiz puede estar la diferencia entre una broma y un delito, entre usar adecuadamente las TIC o ser un "ciber abusón".
Para evitar que nuestros hij@s se conviertan en "ciber abusones" seria conveniente recordar los puntos que aparecen en el Decálogo para crear un delincuente de Emilio Calatayud, Juez de Menores de Granada, en su libro "Reflexiones de un Juez de Menores", DAURO Ediciones, 2007. Aunque los principios que pretende transmitir parecen cosas evidentes que todo padre deberia tener claro respecto a la educación de sus hijos, no siempre es lo más frecuente. Por nuestra experiencia con menores víctimas y menores autores de delitos, hemos observado que en algunos hogares hay una auténtica dejación en el hecho de establecer las bases morales del futuro adulto. Muchas veces no es algo intencionado, parece más bien que esos padres se dejan llevar por la corriente del "buenismo", de la educación sin normas que pongan límites al carácter y deseos de los menores, quizá por el pensamiento de que siendo un padre permisivo, soy mejor padre. No nos engañemos, todos los límites pueden traer efectos no deseados, tanto el ser demasiado estricto, como el dejar hacer a los menores lo que les de la gana. Tanto en el mundo real como en el virtual, debemos ayudar a nuestros hijos a encontrar ese equilibrio que los haga personas responsables y capaces de gestionar sus emociones. Como padres debemos saber decir que NO y establecer unas normas básicas sobre el uso de las TIC, como en cualquier otra faceta de su educación.
Hace años que se publicó el libro "Reflexiones de un Juez de Menores", del Sr. Emilio Calatayud, pero al igual que ciertas leyes importantes, los principios que transmite siguen estando en vigor. Una Lectura a este decálogo puede ayudarnos a conseguir ese equilibrio entre padres e hijos, en ocasiones tan complicado de lograr:
1. Dadle (a los hijos o hijas) todo
cuanto desee: así crecerá convencido de que el mundo entero le debe todo.
2. Reídle todas sus groserías,
tonterías y salidas de tono: así crecerá convencido de que es muy gracioso y no
entenderá cuando en el colegio le llamen la atención por los mismos hechos.
3. No le deis ninguna formación
espiritual: ¡ ya la escogerá él cuando sea mayor!
4. Nunca
le digáis que lo que hace está mal: podría adquirir complejos de culpabilidad y
vivir frustrado; primero creerá que le tienen manía y más tarde se convencerá de
que la culpa es de la sociedad.
5. Recoged todo lo que vaya dejando
tirado: así crecerá pensando que todo el mundo está a su servicio; su madre la
primera.
6. Dejadle ver y leer todo: limpiad
con detergente, que desinfecta, la vajilla en la que come, pero dejad que su
espíritu se recree con cualquier porquería. Pronto dejará de tener criterio
recto.
7. Padre y madre discutid delante de
él: así se irá acostumbrando, y cuando la familia esté ya destrozada lo
encontrará de lo más normal, no se dará ni cuenta.
8. Dadle todo el dinero que quiera:
así crecerá pensando que para disponer de dinero no hace falta trabajar, basta
con pedir.
9. Que todos sus deseos estén
satisfechos al instante: comer, beber, divertirse,…¡de otro modo podría acabar
siendo un frustrado!
10. Dadle siempre la razón: son los
profesores, la gente, las leyes… quiénes la tienen tomada con él.
“Y cuando su hijo sea ya un
delincuente, proclamad que nunca pudisteis hacer nada por él”.
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